domingo, 14 de diciembre de 2008

Diferencias de clase y servilismo

Hoy, antes del inicio de una comida convertida en evento social, he estado conversando con una señora mayor quien en el transcurso de nuestro diálogo ha realizado un comentario muy curioso y que reproduzco, con más o menos exactitud, a continuación: "el mundo es un pañuelo y hace poco me encontré por la calle con una mujer que nació en el mismo pueblo que yo, Mota del Cuervo. Rápidamente cogimos confianza a pesar de habernos conocido apenas unos minutos antes. Recordamos juntas anécdotas de nuestra niñez y juventud en el pueblo, siempre en un tono afable y distendido, justo hasta el momento en el que le nombré que mi familia era la propietaria de una vieja fábrica de mantas que ahora ya ni existe. Desde es preciso instante esta mujer dejó de tutearme y pasó a tratarme de usted. Yo, contrariada por la sorpresa que me produjo esta situación, le recriminé este cambio a lo que ella me respondió: es que mi familia y yo trabajamos como empleados en esa fábrica, entiéndame".

Mi interlocutora se refería a este hecho como un manifestación de clasismo aunque, hablando con más exactitud, se trata de servilismo. En una sociedad diferenciada por razones de clase hay personas que sufriendo los rigores de la injusticia tienen una voluntad transformadora ante el status quo, completamente opuesta a la situación descrita anteriormente. Se puede decir que de todo menos servil ha sido la trayectoría vital de un sindicalista como Marcelino Camacho, que con noventa y un año en sus piernas, reconoce que, tras tantos años de lucha, las diferencias de clase siguen existiendo y que la justicia en las relaciones de producción, en esta democracia, siguen brillando por su ausencia, por regla general.

1 comentario:

Ana Ortiz González dijo...

POR DESGRACIA SIGUE SIENDO ASI, SIGUE ARRAIGADO TODAVIA EN LAS PERSONAAS HUMILDES,QUE PENA CUANDO TODOS SOMOS PERSONAS Y SIEMPRE DESTAQUE "DON DINERO"